miércoles, 2 de febrero de 2011

La venganza del principiante

El alumno primerizo solito irá trazando su camino, probando escuelas y maestros de tango, buscando un modelo a seguir, no imitar, sino seguir. En ese largo derrotero académico yo pasé una temporada en las clases colectivas de , Stella Báez y Ernesto Balmaceda, aplicados docentes de tango salón.

Recuerdo que en el grupo había una chica muy ansiosa por evolucionar. En una ocasión, para sorpresa del resto, se negó a practicar un paso con un principiante,Estelita, que no se guarda nada, la llamó al orden. argumentando que ella estaba en un nivel intermedio y que no había pagado para “retroceder”, sino avanzar. Estelita, que no se guarda nada, la llamó al orden.
 

aprendiendo el básico…fotos Naoko Tango y Gabriel Glagovsky/ Tangocool

 ”Cuando vos empezaste, seguramente hubo un alumno avanzado que te ayudó a practicar los pasos. Ahora te toca a vos devolver el favor. Y eso no es retrocer: es ser buen compañero”, le reprochó en forma privada.

¡Cuánta razón tenía Stella!…y no solo por el asunto de la solidaridad. Que al iniciado ahora no le salga el ocho, no significa que en tres años no vaya a convertirse en un eximio bailarín. Si eso pasa es probable que nunca olvide a la tonta que esa vez lo ninguneó.
                             
                                                                                                                                                                                          gabriel
Gabriel Glavosky en plena clase, foto gentileza de oscar Pereiro.

 Y la venganza del principiante no tiene fin: si el día de mañana se la cruza en alguna milonga, ni por lástima la sacará a bailar. Ella le clavará la vista con ojos de ternero cuando compruebe que al tipo le salen todas las profesionales, que hasta lo saludan con un beso antes de que arranque la tanda. 
Por eso es importante saber que para evolucionar hay que estar siempre dispuestos a practicar con todos, pues un buen bailarín baila bien a cualquier mujer, y una buena bailarina se luce hasta con una madera. La ansiosa en cuestión es hoy, a casi 7 años de esta anécdota, una más del montón. Incluso hubo una época en que para compensar su innata dificultad para la danza cometió el error de caer vestida a la milonga con ropas estrechas y transparentes.
En cambio, el principiante es hoy un codiciado milonguero que abraza lindo y pisa a tiempo… y por el que algunas cúantas suspiran.
Moraleja, no subestimes al principiante sólo porque pega saltitos: pronto acariciará el piso…

Nota de: lanacion.com