De Casimiro a Rosendo
Negros, mulatos, y zambos, han surgido en el tango con el tango mismo. Los más antiguos que hemos detectado provienen de los tiempos pre-tangueros. Se trata de la parda Carmen Gómez, la Morena Agustina -ambas, bailarinas y propietarias de academias-, Clotilde Lemos -bailarina- y Alejandro Vilela, un pianista conocido como “El Pardo Alejandro”.
La primera habría nacido hacia 1830, si no antes, y se inició bailando en la Academia de Pardos y Morenos, ubicada en la Calle del Parque (actual Lavalle). Alrededor de 1854 abrió sus puertas la que se conoció como Academia de la Parda Carmen Gómez, en las cercanía de la Plaza Lorea (parte de la actual Plaza del Congreso). Al venderla, en 1864, abrió otra en las primeras cuadras de Corrientes. De la Morena Agustina se sabe que también poseía una cerca de Plaza Lorea. La bailarina Clotilde Lemos debutó en la Academia de Pardos y Morenos, en la segunda mitad del decenio de 1850. En cuanto a Alejandro Vilela, amenizó las veladas de la academia de la Gómez, donde se empleó, se supone, en el momento de abrir sus puertas. Ninguno de ellos demoró en sumarse a los cultores de ese nuevo género criollo llamado tango.
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